miércoles, 14 de diciembre de 2011

Finalistas, finalistas!

Los finalistas del VII Premio de novela de Lengua de Trapo son:

"Muerte de un ciudadano por encima de toda sospecha"

"Señora del mundo"

"Urbanicidio"


Damos la enhorabuena al ganador y a los finalistas, y pedimos disculpas por el retraso en el fallo. La razón del retraso no es otra que la de haber tenido que leer y cribar cerca de 700 manuscritos.
En Lengua de Trapo le dedicamos tiempo a cada manuscrito.

Un saludo a todos los que habéis participado en el Premio y os animamos sinceramente a seguir escribiendo.

martes, 13 de diciembre de 2011

FALLO DEL XVII PREMIO DE NOVELA LENGUA DE TRAPO

El ganador del XVII Premio de novela de Lengua de Trapo ha sido Jon Obeso con la novela "Alimento para moscas".

El jurado ha estado compuesto por Juan Angel Juristo, Javier Moreno, Ramón Pernas, Marta Sanz y Fernando Varela.

martes, 22 de noviembre de 2011

GUANTAZOS Y PRESENTACIONES EN MADRID

Lengua de Trapo tiene el placer de anunciar dos eventos que tendrán lugar esta semana en la librería La Buena Vida en Madrid.


Jueves 24, 20:30

Autores vs. Lengua de Trapo.

Javier Azpeitia, J. A. Belmonte, Miguel Espigado, Salvador Galán, Javier Moreno y Jimina Sabadú se enfrentarán a los editores Fernando Varela y Jorge Lago en una mesa redonda en la que se permite todo menos el respeto. Guantazos poco metafóricos en un combate que no es a muerte, pero casi.



Viernes 25, 20:30

Presentación “Ensimismada corresondencia”

Pablo Gutiérrez, seleccionado por la revista Granta como uno de los mejores autores en castellano, presentará su nuevo libro acompañado de Peio H. Riaño (Público).




La Buena Vida es un café-librería situada en el 10 de la C/ Vergara, detrás del Teatro Real. El mes de noviembre está dedicado a Lengua de Trapo, y allí podréis encontrar una cuidada selección de nuestros títulos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

MIGUEL ESPIGADO HABLA DE LA GIRA DE PRESENTACIONES DE "EL CIELO DE PEKÍN"





El ritual

Hubo un tiempo (adolescente) en que despreciaba cualquier clase de ceremonia pública. Bodas, funerales, graduaciones, aniversarios… todo me parecía parte de la necesidad adulta de complicar el mundo. ¿Qué sentido tenían aquellas exhibiciones, llenas de protocolos adquiridos, que en nada reflejaban la personalidad de sus protagonistas? Luego, con el tiempo, dejé (casi) atrás la adolescencia, y fui cogiéndole el gusto a las ceremonias. Comprendí que, a veces, vivimos procesos tan abstractos que resulta necesaria una escenificación para asimilarlos. Hasta los moradores de las cavernas, pienso ahora, contaban con sus rituales para significarse ante la tribu. Así que cuando me reuní con Fernando Varela en la sede de Lengua de Trapo, le dije: "me gustaría hacer muchas presentaciones". "Bueno, Miguel", me dijo Fernando, "haremos las presentaciones que tú quieras, aunque no tienen demasiada relevancia, pero ahí estaremos". “Además”, le dije, “estoy preparando un spoken word con guitarras que sampleo en directo, sintes, bases rítmicas…”.

Cualquier habitual del mundillo literario cuenta con alguna tormentosa experiencia ante un escritor al que le dio por ponerse lírico sobre un escenario. Ahora comprendo la tensa expectación de Jorge Lago, editor de LdT, antes del comienzo de la primera presentación, en La Fugitiva, Madrid; la misma con la que mis familiares y amigos observaban aquel lío de cables, pies de micro, atriles, pedaleras que me rodeaban. Muy probablemente, todos tenían la misma pregunta rondando sus cabezas. ¿Va coger la guitarra Espigado y a cavar con ella su propia tumba ante todos nosotros?

Por suerte, tanto en Madrid, como luego en Santander, Pamplona, Barcelona y Salamanca, a la gente le encantó. Gracias a Jorge Lago, a Alberto Santamaría, a Roberto Valencia, a Antonio J. Rodríguez, y Francisca Noguerol; gracias a la gente de la Fugitiva, de la Librería Gil, de Auzolan, de Cometa Cinc y del café Alcaraván; gracias a blogueros, periodistas, escritores, editores, lectores y demás asistentes, la puesta de largo de “El cielo de Pekín” se ha celebrado con éxito; ahora que la tribu le ha dado su bendición, es hora de que la novela salga ahí fuera, y luche sus propias batallas.





Por Miguel Espigado. Noviembre 2011.



Jorge Lago presentando a Miguel en La Fugitiva (Madrid).

Espigado, en pleno spoken word.


Con Alberto Santamaría en Santander.

En Salamanca, la tierra que le vio nacer.

Y de regalo, el video-arte que han hecho los de la Librería La Fugitiva.


lunes, 31 de octubre de 2011

El fallo.

Nos estáis escribiendo bastantes e-mails sobre el tema. El tema del premio, vaya. Que si lo sabe ya el ganador y que cuándo se va a anunciar...

Pues de momento, nada de nada. ¿Y por qué? Pues porque hay muchísimos manuscritos y la criba nos está llevando más tiempo del esperado. Pero en tres o cuatro semanas tendremos finalistas y en nada, ganador.

Así que tranquilo todo el mundo. Se retrasa, pero sigue su curso. Sentimos la demora y las angustias que esteis pasando.

Nadie dijo que ser escritor fuera un camino de rosas.

jueves, 13 de octubre de 2011

"El cielo de Pekín" de Miguel Espigado

Vaya días no está dando Facebook. Vaya guerra. El día 20 llegará a las librerías el nuevo título de LdT y las redes sociales no nos dejan gritarlo a los cuatro vientos, que es lo que queremos hacer. Porque nos apetece que os enteréis y porque esta tarde en Madrid será la primera presentación del libro:

Sí, hablamos de "El cielo de Pekín", de Miguel Espigado. Si estáis en Madrid hoy día 13, podéis ver la presentación en directo, en la librería La Fugitiva. A las ocho de la tarde, ahí al lado de los Doré, podréis entrar y disfrutar de la charla con Jorge Lago y el propio Miguel Espigado, que hará un spoken word en directo. Miguel, joven y talentoso creador, ha residido en Pekín (entre otros muchos sitios) y sabe bien de lo que habla: de cómo se asimilan en China los profundos cambios que estamos viviendo. Seis personajes y sus vidas en una de las ciudades más futuristas del mundo que es, a la vez, una de las más tradicionales.


Foto: Luca Rosingana

Además, como a es a las ocho de la tarde, no apetece ni merendar ni cenar, con lo que podéis probar algo de lo que va a poner La Fugitiva a vuestra disposición: Berenjenas rebozadas, tocino ibérico, y algo de cava. Vamos, lo que viene a ser un jueves en condiciones.

Y aún quedan cuatro ciudades más por las que Espigado pasará a presentar el libro: Barcelona, Santander, Salamanca, y Pamplona. ¿Vais a estar por ahí? Aquí un sencillo mapa:






Mientras, dejemos un recuerdo de aquello en lo que se ha convertido Facebook, ahora que cada vez es más difícil invitar a gente a los eventos. Esta tarde, en la presentación, también iremos con toga. La mayoría.






viernes, 7 de octubre de 2011

Jugar a La Noria

Durante este verano hemos descubierto una manera maravillosa y crispante de mejorar las conversaciones de cada día. Consiste en hacer como si todo estuviera teniendo lugar en el programa de "La Noria". Los amigos se sientan en una mesa y se ponen en actitud defensiva (brazos cruzados). La conversación, la que sea, adquiere tono agresivo. Todo el que habla lo hace señalando, gritando, y a ser posible, introduciendo detalles de la vida personal del interlocutor. Los demás aplauden cada vez que el tono de la conversación sube, y también cuando alguien dice algo que reafirma su sistema de creencias o sus opiniones. Cuando esto no sucede - cuando están en contra de lo que se está diciendo - alguien puede levantarse y chillar para llamar la atención. También se puede fingir disgusto u ofensa y abandonar la mesa y luego volver, también con objeto de atraer la atención.
Como veréis, se trata de dinamizar las conversaciones y de darles un tono más televisivo. Pues hemos pensado en hacer lo mismo con las críticas y reseñas. Os vamos a enseñar las últimas que hemos recibido y vosotros, en casa y en el momento que queráis, podéis hacer todo esto desde vuestro ordenador, intentando no levantar mucho la voz porque ya se sabe que chillarle a la pantalla o al monitor es de desquiciado:


Juan Terranova en Notodo habla de "El vampiro argentino". "Como alguna vez dijo Maximiliano TomÁs que Buenos Aires es la capital mundial de la mala leche. Y, por desgracia, yo pertenezco a la minoría irónica blanca. Somos muy perseguidos. Sobre todo por los funcionarios de cultura, las agencias de cooperación, las feministas y los negros homosexuales. ¡Minoría irónica blanca luchemos por nuestra liberación! ¡Digámosle no a la corrección política! ¡Todos juntos en la red tirándonos pedos y hablando de caca ya mismo!"


Emanuelle Pagano nos explica el origen de "Los adolescentes trogloditas": "Adèle es un personaje creado a partir de un modelo: mi primer novio. Tenía 16 años. Se puede decir que Adèle es un recuerdo, transformado por necesidades de la novela, de este chico que se vuelve chica. Quiero precisar que ella está al corriente, incluso hemos trabajado juntas en ciertos pasajes de la novela."

"Terranova es el siguiente gran secreto de la literatura argentina a descubrir por los lectores españoles. Su literatura, desprolija y contundente, se ha liberado de la simpatía forzada y la corrección formal que preside los gestos siempre sonrientes de casi todos los escritores argentinos jóvenes conocidos en España»

"Haasnoot parece basarse en el relato de los doce discípulos de Jesús para crear un escenario de locura y muerte a bordo que roza el género del terror a través de una caza de brujas que recrea con lograda tensión."



miércoles, 5 de octubre de 2011

Vampibus

En teoría es otoño. Pero solo en teoría. Aquí en Lengua de Trapo salimos de casa con calcetín gordo y jersey de punto gordo, absortos en la estética Vuelta al Cole. Pero nos encontramos enseguida con que dan las doce del mediodía y todo esto se llena de corredores en shorts, pandillas en manga corta, y en general gente que no madruga y que conoce la realidad: aún es verano. Hace un calor que te torras.

Todavía están los parques como para sentarse en un banco y hacer las dos cosas que se puden hacer en un banco. Una es, obviamente, mirar y criticar en soledad. Actividad que resulta tan melancólica como marciana. La otra es, claro está, leer. No nos negaréis que es mucho mejor. Incluso sin banco en el parque es mejor.


En Lengua de Trapo, aparte del tema calcetines, tenemos algunas sugerencias para aprovechar estos últimos días de solazo.



"El Vampiro Argentino" de Juan Terranova (autor argentino que levanta pasiones allí y al quie pronto le pasará lo mismo aquí) es una novela policíaca en la que los nazis ganaron la II Guerra Mundial y en la que Buenos Aires es el destino predilecto de los miembros del Partido Nazi, asesinados de forma misteriosa.


"Los Adolescentes Trogloditas" de Emmanuelle Pagano (cuya primera novela "El Cajón de los Pelos" también fue publicada en esta casa en el 2006) cuenta seis días en la vida de Adéle. Seis días muy especiales. Adèle nació hombre y vuelve a su pueblo, tras cambiar de sexo, para conducir el autobús escolar.

No podrían ser dos novelas más diferentes, y sin embargo, se nos hacen ambas muy especiales. Y no solo porque tengamos el cuerpo tonto con tanto calor. Echadles un ojo, que os lo decimos en serio.

martes, 13 de septiembre de 2011

699 novelas candidatas al XVII Premio Lengua de Trapo de Novela

El 30 de mayo terminó el plazo de presentación de obras para el XVII Premio Lengua de Trapo de Novela. A la editorial llegaron un total de 699 novelas, tanto por correo ordinario como electrónico, para que a nadie le faltasen lecturas de verano. Un proceso de selección elegirá las obras finalistas para que el jurado dé con el título ganador. Pero como curiosidad, os podemos adelantar algunos datos, por si estáis esperando el fallo y los nervios os han ganado el pulso.

  • el 93% de participantes lo hicieron por e-mail. La mayoría de certámenes literarios no admiten este modo de participación, pero en Lengua de Trapo ha demostrado ser un éxito (y un buen ahorro en papel).
  • el 74% de los participantes son españoles. Los mexicanos significan el 10%. También han participado escritores desde países como Suiza, Alemania, Tailandia, Noruega o Israel.
  • El título más corto tiene dos caracteres. El más largo, diecisiete palabras.
Estamos muy satisfechos con la calidad de los libros presentados a esta edición del premio. Esperamos ver el ganador (y algún título más...) muy pronto entre nuestras estanterías.

martes, 21 de junio de 2011

Impresiones de feria II



CUANDO LOS ESPAÑOLES MEDÍAN TRES METROS

Un caluroso sábado de junio firmé libros por primera vez en mi vida. Digo por primera vez porque espero que haya una siguiente, claro. Ya se que queda muy bien decir que es un coñazo y que qué palo, pero la verdad es que a nadie le amarga sentirse protagonista por unas horas.  La primera vez que pisé la Feria del Libro volví con tres libritos divulgativos, dos de los cuales aparecen en “Celacanto”. No puedo decir que alimentase mi amor por la lectura porque entre esa visita y la siguiente pasaron unos cuantos años.
Compartí jornada con, entre otros, Isasaweis, Gerónimo Stilton, Octavio Aceves,  y Alejandro Jodorowsky.  Isasaweiss es una bloguera que enseña cómo maquillarse, cómo ponerse la bufanda, y cómo hacer merluza a la plancha. Gerónimo Stilton es un ratón que no escribe libros, sino que los protagoniza. Sospecho que no firmaba él, sino un señor debajo de un traje que daba mucho calor. Sospecho también que si eres muy pequeño resulta terrorífico el contacto con un ser de este tipo. Octavio Aceves es un visionario, que no un vidente. Alejandro Jodorowsky es el causante de que en mi piso compartido hubiera, durante años, un cuadro pintado con semen, sangre, caca, y ron. Técnica mixta, que se dice. Representaba a un diabolín con camiseta de rayas que se estaba haciendo un payés. 
Como hija de mi generación, intenté competir con tan mediáticos personajes a través de redes sociales, mails, y sms. Nunca desprecio el poder de la brasa porque hace diez años comentaba con unos amigos que Torbe no iba a hacerse famoso dando la turra por la Red. A día de hoy he conocido unas cuantas personas que no sabrían ubicar la Antártida en un mapa pero que saben y conocen todos los logros del erotómano vasco. Pues eso, que imaginé que si unas sesenta personas aseguraban que se iban a pasar, al menos una tercera parte se dejaría caer.  Y en efecto, lo normal es pensar qué le vas a poner a esa tercera parte en esa página de cortesía, mientras escuchas otra vez “¡Vaya!¡Eres zurda!”. 
Hay un grupo de personas a los que tienes más o menos claro lo que les puedes poner. A otras, no tanto. Y existe el miedo de que en el momento se te olvide el nombre de la persona, y pongas otro, y te mire con dolor y rabia diciendo “No me llamo así”.
Pero, a decir verdad, lo de firmar ha sido un carrusel de emociones. Ha aparecido gente a la que creía que no volvería a ver jamás, ha venido gente que tiene que sortear todo tipo de obstáculos urbanos, e incluso gente que me consta que no ha leído un libro en su vida. También han aparecido desconocidos, y a pesar de que aprecio mucho a todos mis amigos y amigotes, me hace ilusión que una persona decida que le ha gustado el libro tanto como para que se lo firme o lo suficiente como para comprar otro para un amigo. Estas son las dedicatorias chungas. Se por mi colección de autógrafos que lo suyo es poner “un beso”, “un abrazo”, o “con cariño”, pero yo solo he podido poner eso de “gracias, y espero que te guste”, porque teniendo en cuenta que la literatura se va convirtiendo en una cosa como para escritores,  espero de verdad que les guste a los cuatro gatos que todavía leen. A las competiciones de culturismo van culturistas. A los conciertos van personas que tienen un grupo. Los fanzines los compran tíos que hacen otros fanzines. A las charlas de ufología van ufólogos. Los cortometrajes los ven otros cortometrajistas. La poesía le interesa casi exclusivamente a los poetas. Y ahora los libros los leen otros escritores, y  me acuerdo de que la primera vez que fui a la Feria del Libro todavía no nos habíamos fundido en un magma de normalidad y la gente tenía hobbies. Uno de ellos era leer.


PD: Hoy me enterado de que frente a mi logro, Laura Gallego ha firmado unos 1300 libros, de lo cual me alegro. Isasaweiss no se cuántos ha firmado, pero su ayuda ha sido vital a la hora de conseguir maquillarme y peinarme en condiciones.  Y contra Gerónimo Stilton no tengo nada; en el stand de Lengua de Trapo también había muñecos hablando de sus cosas.

lunes, 13 de junio de 2011

Impresiones de feria


Algunos de nuestros autores, los que nos acompañaron en estos días de feria y lluvia, o sol y libros, nos deleitan con el otro lado de la mesa. Dominamos qué se siente comprando un libro y haciendo cola (o no) para una charla breve (o no) y una firma. Lo que queremos saber ahora es qué se piensa o siente decorando una portadilla con una dedicatoria. Es por eso que los autores os escriben. Dar voz al interior de la caseta.

Javier Moreno es autor de Alma. Es el primero que se expresa sobre la Feria. 



«Resulta extraño firmar libros en una caseta, se mire como se mire. Es un vestigio de otras épocas, de épocas remotas que ni siquiera aparecen en los libros de historia. De cuando los dinosaurios. Ayuda a la extrañeza el tiempo meteorológico. Llueve y hace un sol de justicia. A eso se le llama hacer un tiempo de Feria. A ello se añade que no tengo plumas, que casi no tengo bolis. Siempre me olvido de traer bolis a las presentaciones y a las firmas. En esta ocasión acudió en mi ayuda mi amigo Óscar Curieses. Lo suyo sí es una pluma. Con ella en la mano uno se siente más autor. Pero el problema mayor, naturalmente, es el de las dedicatorias. Al menos para mí. No me gusta repetir la dedicatoria, así que la cosa consiste en auscultar al lector y repentizar algo. Es como echar el tarot. Uno espera acertar. Pero siempre pienso que no, que el lector espera otra cosa y que uno nunca está a la altura de sus lectores. Lo peor es cuando uno les devuelve el libro firmado y leen allí mismo la dedicatoria. Entonces me invade el temor de que me devuelvan el libro y me digan que cómo se me ocurre, que ya me vale. Pero lo que más teme un autor –un autor como yo- es equivocarse con el nombre y firmarle el libro a fulanito cuando fulanito no se llama fulanito sino Pepe. Yo siempre temo equivocarme con los nombres. Me pasa con las personas y con las cosas. Temo confundirme. Continuamente. Por eso me gustan más los verbos. Con los verbos uno se siente más a gusto. Al fin y al cabo uno ha venido a la Feria a firmar, repito la frase una vez tras otra, a modo de consuelo.»

Javier Moreno

lunes, 9 de mayo de 2011

CARA B

Hemos lanzado, como muchos sabréis, la colección de libros Cara B. Se trata de una colección basada en discos esenciales de la música popular española: cada libro recorre un disco, explora cómo fue creado, en qué contexto y las razones de su éxito comercial o cultural.

La idea no es otra que la de tomarse en serio la música: como proceso creativo, estético y por tanto cultural pero, también, como reflejo de una época o de un proceso social, incluso de un momento político o histórico. Cada disco, y por supuesto cada enfoque de cada disco, reflejará más unos aspectos u otros, se centrará más en el proceso creativo o en el social, pero queremos que, leídos unos cuantos libros y, por tanto, recorridos unos cuantos discos, tengamos una buena visión –todo lo parcial que se quiera- de la historia cultural de este país.

Empezamos con Omega, el disco que unió a Enrique Morente y Lagartija Nick, escrito por Bruno Galindo (con la colaboración de Víctor Lenore), prologado por Santiago Auserón y cerrado por el texto inédito de Leonard Cohen “Los bisturís crecen con las rosas”; y continuamos con Una semana en el motor de un autobús, de Los Planetas, escrito por Nando Cruz, con prólogo de Julieta Venegas y epílogo de Julián Rodríguez.

Con Omega hemos querido reflejar, de entrada, el proceso colectivo que dio lugar a uno de los discos más potentes, oscuros y experimentales de la música española. Escrito en forma de historia oral, en el libro intervienen y dialogan más de cincuenta creadores, críticos, artistas, músicos, escritores: Enrique Morente, Leonard Cohen, Santiago Auserón, Kiko Veneno, Vicente Amigo, Aurora y Antonio Carbonell, Ian Gibson, Sr. Chinarro, Alfredo Grimaldos, Miguel Poveda... Entre todos se explora la historia de este disco, la personalidad creativa de Morente y de los Lagartija, así como su acercamiento al lado más oscuro y surrealista de Lorca, el encuentro con la poesía y la música de Leonard Cohen, o la alianza de Morente con el rock, que sirve de detonante y abre el flamenco a texturas desconocidas.

En Una semana en el motor de un autobús Nando Cruz, como ha escrito Xavier Cervantes en Rockdelux “le acaba de regalar al periodismo musical en castellano el primer libro que merece ser considerado clásico (…) Nando Cruz se ha metido de cabeza en el álbum de Los Planetas. Ha entrevistado a todo el que desempenó algún papel en él. Ha contrastado toda la información. Ha ajustado el foco únicamente a lo relevante. Y una vez con el material digerido y ordenando, ha tomado la decisión más valiente: desentrañar los porqués de una historia de amor, de toxicidad y sobre todo de amistad escribiendo un relato que cualquiera que no sepa quién son Los Planetas puede disfrutar como una novela de James Ellroy…”

Seguirán a estos dos libros más títulos, tantos como la colección, los lectores y los escritores de los libros aguanten. Pora ahora, están en preparación:
Lujo ibérico (Mala Rodríguez)
Honestidad brutal (Andrés Calamaro)
El estado de las cosas (Kortatu)
Cajas de música difíciles de parar (Nacho Vegas)

martes, 26 de abril de 2011

Rodrigo Fresán y Residuos.

En 2008, cuando publicamos Residuos, tuvimos la fortuna de leer en Letras Libres una magnífica reflexión de Rodrigo Fresán sobre la novela, que reproducimos aquí con motivo de la reedición de Residuos en la Colección Quinceporquince.

Residuos no solo es una de las mejores novelas que Lengua de Trapo ha publicado, es una de las mejores novelas que muchos de nosotros hemos leído en los últimos años. Y no, no es una afirmación meramente promocional y gratuita, es, simplemente, cierto.

"Residuos –primera novela del inglés Tom McCarthy (1969)– comienza cuando un objeto caedor no identificado se desprende de las alturas y lastima gravemente al protagonista, produciéndole primero un coma profundo y después una rara amnesia, pero también haciéndolo beneficiario de una indemnización de ocho millones y medio de libras esterlinas. A cambio de semejante suma, la víctima ha acordado no revelar la identidad de los responsables, por lo que no sabemos qué fue lo que golpeó al hombre. Tampoco importa demasiado.

Y tiene su gracia que Residuos produzca, de algún modo, un efecto casi similar en el lector: una novela diferente, que nadie esperaba y aparece como caída del cielo, que no recuerda a ningún título reciente y que convierte a quien la lee en alguien mucho más rico de lo que era por el solo hecho de leerla y disfrutarla.

Conviene aclarar aquí –por las dudas– que el verbo disfrutar tiene muchos rostros y que Residuos no es una lectura “alegre”. Por lo contrario, la novela de McCarthy –al igual que aquella otra ignorada obra maestra de Jim Crace, traducida torpemente como Y amanece la muerte y que pasara completamente inadvertida por el lector en español– es uno de esos libros que exigen cierto compromiso de parte del lector. Compromiso que será ampliamente recompensado.

McCarthy –autor también del muy recomendable y original ensayo Tintín y el secreto de la literatura (Editorial El Tercer Nombre, 2007) y quien alguna vez se desempeñó en el cargo de secretario general de algo llamado la International Necronautical Society– presenta a su literalmente quijotesco héroe sin nombre y, súbitamente sin pasado, en una situación para muchos envidiable pero que enseguida demuestra tener sus riesgos: contar con el tiempo y los medios necesarios –luego de un epifánico y encandilador déjà vu durante una fiesta en la que contempla una grieta en la pared– para reconstruirse un ayer a medida mediante variadas y cada vez más ominosas escenificaciones. Para ello esta especie de flamante terrícola extraterrestre, con la constante y sumisa ayuda de Naz, un londinense de ascendencia india (gran personaje), adquiere edificios en Brixton y cerca de Heathrow donde escenificar diversas performances que lo acerquen –o lo alejen para siempre– a lo que fue o pudo haber sido o hubiera estado bien que fuera. Pronto, el protagonista –cada vez más adicto al control absoluto de todas las cosas– le reprocha al sol su pésima actuación.

Y la astucia –por qué no decir el genio– de McCarthy reside en contar todo esto dentro de algo que podría definirse como una novela-performance y que si bien por momentos despide destellos cromados de J. G. Ballard, arroja relámpagos psicóticos de Philip K. Dick, proyecta las obsesiones de las primeras películas de Christopher Nolan (Following y Memento) y destila la obsesión por el detalle nimio pero crucial de Nicholson Baker, resulta en un producto final que es inequívocamente Tom McCarthy. Lo legítimo y lo fraudulento, la duplicación y lo verdadero, lo auténtico y lo falsificable –aunque la maniobra esté a cargo del propio autor– como una de las Bellas Artes y motor de la acción. Y así lo prueba y lo comprobamos en una reciente, aunque escrita antes que Residuos, segunda novela de McCarthy, Men in Space –una pynchoniana reescritura del Sarrazine de Balzac con La oreja rota de Hergé transcurriendo en una Praga de fin de milenio donde se roba y se clona una obra de arte religioso– que ojalá traduzca pronto Lengua de Trapo, a la que hay que felicitar por presentar a este autor que sacude un poco el establecido paisaje del llamado Dream Team y alrededores.

Que ninguna editorial “de las grandes” haya reparado en McCarthy es incomprensible pero no novedoso: lo mismo le ocurrió a McCarthy en su patria. Residuos fue considerada “demasiado literaria” por los publishers de su país; finalmente fue editada en Francia por Metronome Press, una casa dedicada a los libros de arte en idioma inglés, tuvo un saludable éxito de culto y de allí, claro, salto a USA y regreso a UK (ingresando sorpresivamente en las listas de bestsellers) donde críticos y colegas –entre ellos el especialista en desórdenes mentales Jonathan Lethem y ese otro “raro” que es Rupert Thomson, por fin publicado entre nosotros por Mondadori– elogiaron su mezcla de thriller existencial, tractat filosófico sobre el consumismo y ensayo sobre el ser y el no ser más cerca de Godot que de Hamlet. Así, Residuos como una criatura que opta por ciertos tics de la noveau roman pero ninguna de sus taras y que, en otro orden de cosas, degrada al cada vez más obvio y predecible anarco-nihilista Chuck Palahniuk a la infantil categoría de esos malos alumnos en los fondos del aula que al principio divierten y demasiado pronto agotan.

En términos globales, estéticos y estilísticos –próxima a ser una película que esperemos esté a su vertiginosa altura, útil de enarbolar como insignia a la hora de distinguir entre lo que es una propuesta rompedora y lo que es, apenas, algo que se rompe en su fragilidad cuando se discute una renovación en las letras–, Residuos vuelve a demostrar algo que es ciencia sólida pero que pocos reconocen, prefiriendo la seducción de ciertas efímeras supersticiones: pocas cosas más transgresoras hay que una ejecución elegante al servicio de una trama original narrada con prosa virtuosa. En Residuos, la vanguardia marcha a la retaguardia de una buena historia y un mejor personaje y está bien que así sea. William Burroughs alguna vez afirmó, con cierto sarcasmo, que “se le dice a una novela experimental cuando el experimento salió mal”. McCarthy –por suerte para nosotros– firma algo que es nada más y nada menos que una gran novela sin necesidad de adjetivos que la califiquen y la malogren en un pobre laboratorio donde no se descubre nada.

En términos estrictamente personales, íntimos, pero ya no privados, cómo me hubiera gustado escribir este libro."

Rodrigo Fresán, Letras Libres, marzo de 2008.
http://www.letraslibres.com/index.php?art=12793

lunes, 11 de abril de 2011

ROSAS TRES AÑOS DESPUÉS, por Pablo Gutiérrez.


Rosas, restos de alas son cien páginas de viaje, memoria y brecha.

Cien escritas en el filo, pensando en no terminar ninguna, casi convencido de que nadie, quiero decir,

NADIE

iba a leer ni siquiera hasta la nueve.

Luego vinieron otras páginas y otros personajes, metido en los zapatos de un optimista con viento a favor. Se escribe mejor, mucho mejor y más caliente cuando sabes que habrá un lector al final del proceso. Así fue Nada es crucial, con dudas e inseguridades pero sin la misma desolación que en Rosas. Cobijo.

No hay que ser llorica cuando se escribe, ya. Hace unos días tuve la suerte de sentarme junto al Quince por Quince Rafael Reig, que decía algo así como “si vas a escribir sobre la novia que te dejó, mejor no escribas.”

De acuerdo.

Muy de acuerdo.

Pero resuelta que mi pobrecita Rosas cuenta la historia de un tipo al que le deja la novia y a

partir de ahí no le encaja la camisa y decide

meter todas sus cosas en el coche,

dejar el trabajo,

cruzar una frontera próxima,

surfear el Atlántico bravo,

leer a Goytisolo.

Reig, perdóname, tú narras como nadie y enlazas y arremetes y zumbas al Enemigo, me hiciste reír y cabrear en la justa medida con tu Todo está perdonado, tan oración atributiva y maximalista que encaja en el reverso de Nada es crucial; perdóname, pero yo también escribo sobre uno al que lo dejó la novia, fíjate qué simpleza. Como tengo algo de sofista, se me ocurre una linda teoría acerca del valor existencial de ese testimonio, el malestar –ejem- de la cultura y la espiral del malentendido según el antipsiquiatra Ronald Laing, blablá.

Pero no. No justifico. Fundamentalmente, Rosas es un desamor.

No es novela social.

No es novela de codo ni reflexión.

Es palabra y mucha lírica, sí.

Lírica y tono.

Y también surf.

Surf espiritual.

Y a lo mejor resulta que sí es novela social porque vuelven los descampados, los ochenta severos en incluso los filis, que son como neocristianos en boceto.

Hay adolescentes, hay bronca, hay escapismo.

No quiero ser grandilocuente, pero lo cierto es que escribí Rosas, restos de alas casi convencido de que no escribiría nada más. Y escribí por decantación, además, en papel secante que absorbiera y miniaturizara una novela fallida anterior y muchas ideas y proyectos huérfanos. Después sucedió que acudieron los lectores, mágicamente. Y todo lo demás.

Y a partir de ese momento ya no importaba si surf o novias reticentes o chavales perdidos. Rosas ya no me pertenecía, fluía como las izquierdas en el Cabo de San Vicente, lentas y ordenadas como líneas de tipógrafo, rompiendo palmo a palmo sobre el arrecife.

Ahora Lengua de Trapo la reedita, y yo le lavo la cara, enderezo algún estropicio y relleno lo que le falta con otros cuentos y experimentos. Va.

PABLO GUTIÉRREZ

martes, 5 de abril de 2011

ALMA, RESTOS DE ALAS por Javier Moreno

Alma nace como respuesta (es un decir, nadie empieza a escribir una novela para responder a una pregunta, no se escribe una novela como quien redacta un examen) a la pregunta por la intimidad y, por tanto, del sujeto. ¿Qué es lo que nos conforma? ¿Somos un álbum de fotos, las opiniones que de nosotros tienen los amigos y los enemigos, un perfil de Facebook? Quizás la intimidad no es aquello que creíamos. Quizás la intimidad ha dejado de ser un presupuesto para convertirse en una tarea que tiene que ver más con las palabras que con la salvaguarda de ciertas imágenes. Quizás la intimidad ya solo sea un reducto inencontrable salvo en los libros, un privilegio de escritores, un objeto precioso. Esta novela, como Rosas, restos de alas, de Pablo Gutiérrez, podría ser un libro de instrucciones (Cómo ser J. M., Cómo ser P. G.), los pasos a seguir para fabricarse un alma (un alma es, por ejemplo, un archivo de palabras e imágenes, una carpeta de ordenador organizada en categorías siguiendo un esquema tan absurdo como el de la enciclopedia china de Borges), un alma –casi- freeware, fotocopiable, a disposición de cualquiera. Esta novela, como se verá, responde sobre todo a una voluntad democrática. Por varios motivos:

1.- Todas las almas valen lo mismo, la del autor y la de los personajes.

2.- Lo minúsculo se equipara con lo trascendente. De hecho lo minúsculo es ascendido a la categoría de trascendente.


Por otra parte, está la pregunta de si merece la pena seguir escribiendo ficción en un mundo que vive instalado en ella. Se ha hablado mucho sobre el tema y esta novela -qué esperaban- no es una respuesta definitiva, sino otra manera de reformular la pregunta.


Y, nunca insistiré lo suficiente, no, no soy el director de El País.

JAVIER MORENO.

lunes, 4 de abril de 2011

Leche, cacao, avellanas... ¿y qué?

Hay mucho falso debate, disyuntivas vacías, distinciones que no separan nada, alternativas que sólo marcan una dirección: Chacón o Rubalcaba, capitalismo anglosajón o renano, realidad o ficción, música auténtica o comercial, artesanía o industria, plátano de Canarias o el otro...
… y, claro, literatura fragmentaria, mutante y vanguardista o literatura lineal, realista o clásica, que es la falsa alternativa objeto de este post y que (no) representan los dos libros que saca ahora Lengua de Trapo.
Sí, salen en unos días, y a la vez, una novela de Pablo Gutiérrez y otra de Javier Moreno, una supuestamente menos vanguardista y lineal, otra aparentemente fragmentaria y donde ficción y realidad quedan confundidas o, en todo caso, la ficción ya no parece ser ese lugar al que recurrir para dar cuenta (y hacer cuentas con) lo real.
Dos novelas que podrían ser objeto de un debate entre lo neo y lo post, entre lo clásico y lo radical y que, sin embargo, marcan una única tendencia, una sola dirección, la de la literatura que se puede hacer hoy, esa que busca en la palabra algo más que un medio de comunicación: palabra sentida, palabra con sentido y sentidos; esa que reconoce la dificultad de separar hoy ficción y realidad y que tiene por tanto que asumir un nuevo lugar para la ficción: en la memoria, en la experiencia o en el propio lenguaje; esa que no ignora la dramática polarización (esta sí es una disyuntiva, y de las duras) entre el lector de tramas y el lector; esa que busca nuevas formas de expresión que den cuenta de nuevas formas de experiencia…
… pues eso, dos novedades en la colección Nueva Biblioteca de LdT: la primera novela de Pablo Gutiérrez, agotada desde hacía tiempo y de necesaria lectura hoy, Rosas, restos de alas –completada la edición con cinco relatos magníficos-, y la última novela de Javier Moreno (no, no es el director de El País), Alma, que, después de Click (fue Nuevo Talento FNAC hace unos años), se asoma al universo de la auto-ficción con resultados tan eficaces como necesarios.
Necesidad, sí, esa es la palabra que hace volar las falsas dicotomías en la literatura hoy: necesidad literaria, eso es lo que tienen ambas novelas. Necesidad de escribir y no de inscribirse en una tendencia, un discurso, una cuota de mercado, una tesis o una fiesta.

martes, 22 de marzo de 2011

¿Se puede pensar más allá del tsunami?

No somos Bisbal y eso, además de permitirnos una cierta alegría de vivir, significa que no vamos a promocionarnos a costa de la desgracia ajena. Pero resulta que sale este mes a la luz un ensayo nuestro, Estado de Vigilancia. Crítica de la razón securitaria, de Michaël Foessel -traducido y prologado por Pablo Bustinduy-, que viene muy a cuento de lo que está sucedido en el mundo a raíz del terremoto y el maremoto japoneses. Sí, el libro analiza el lugar de la seguridad en nuestras sociedades y, más concretamente, cómo la seguridad y la vigilancia se han convertido en los motivos centrales de la política –o lo poco que queda de ella- en Occidente.
De cómo, por afinar algo más, el miedo y el consiguiente deseo de un mundo seguro han desplazado otros deseos y otros discursos (igualdad, libertad, por poner algún ejemplo), permitiendo una paulatina desaparición del Estado a favor de una política del control y la vigilancia permanentes. Quizá juego retórico más que empeño real, lo que parece claro es que el miedo se ha instalado en nuestras sociedades: ya no se trata de ese miedo que obligaba a la organización política de la ciudadanía (a lo Hobbes: el miedo al otro hace necesario el Estado y la política), sino de un miedo difuso pero extendido a todos los ámbitos de la vida que, además de contemplar el presente desde el único prisma de las amenazas futuras que lo acechan (futuro de miedo e incertidumbre: no future), reduce la política a la mera vigilancia y control de esas amenazas: muros y fronteras contra la migración, reformas penales, cumbres climáticas, medidas sobre la salud y el cuerpo…
Hasta que lo inesperado ocurre, como el tsunami, y uno se pregunta si todos esos discursos sobre la seguridad y todas esas prácticas de la vigilancia no son mera retórica para ocultar una verdad algo molesta: la de que sin política y con el miedo desatado, los mercados, las empresas y las mercancías circulan a sus anchas, marcan la dirección de los cambios sociales, convierten el riesgo y el miedo en un balance de costos y beneficios… y acaban instalando a nivel del mar los sistemas de refrigeración de unos reactores nucleares construidos en la tierra que dio nombre al maremoto.
Pues eso, que si queréis pensar más allá del tsunami, este libro es quizá buena herramienta.

lunes, 14 de marzo de 2011

NUEVOS...

Muchos, casi todos, quizá, lo sabéis: hay nueva gente en Lengua de Trapo. Nueva propiedad, nueva chica en prensa, nuevo responsable del área de ensayo, nuevo responsable de números y cuentas, nuevo editor. Nuevos becarios y becarias –bueno, los becarios son siempre nuevos-, y Fernando Varela, el director de contenidos, que lleva por aquí ya unos cuantos años. Mucha novedad, aunque con la intención de conservar lo que se hizo bien, que fue mucho. Por eso, para no entrar como un elefante en una cacharrería, hemos sacado quinceporquince: quince títulos que hablan de los quince años de la editorial. Y a quince pavos, que no está la cosa para más. Porque estamos orgullosos de ellos, porque no vamos a renovar el catálogo de la editorial sin mirar atrás, y porque no todos esos libros tuvieron la repercusión -¡y las ventas!- que merecen.

Quince títulos que, claro, no hacen sombra a lo nuevo, a lo que la nueva Lengua ha sacado este año: Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez, que va por su segunda edición y ha tenido más premios de los que caben en un post (Ojo crítico, seleccionado en Granta, ahora finalista del Premio Ribera del Duero –¡a ver si gana!), Roberto Valencia, con Sonría a cámara, libro de relatos bien pensados, que ya no hay suplemento cultural o blog que se precie que no lo saque y lo ponga de magnífico para arriba… Nuestro Premio de este año, Celacanto, de Jimina Sabadú, maravillosa novela que huele a campamento de verano, crema nivea e infancia, la nuestra. Y más, claro: Ojos cortados, de Óscar Calavia, alta literatura de esa que no se deja resumir en dos líneas, pero es de lectura obligada; De la Habana un barco, de Hotel Posmoderno, único libro del catálogo, y probablemente del mercado, con autor colectivo, tráiler en youtube y trama bizarra que mezcla la pérdida de Cuba con Eduardo Punset, por ejemplo.

Y, para otro post, que este se hace largo, la literatura extranjera y los ensayos, que hemos seleccionado y traducido con mimo. Además de alguna nueva colección que dará que hablar. Y mucho.

Lo dicho: nueva Lengua de Trapo, nuevos títulos que marcan la línea editorial del nuevo equipo y nueva colección, quinceporquince, que reconoce lo hecho, mira atrás con criterio y recoge el legado de una editorial independiente, comprometida con la calidad literaria, cierto inconformismo y en búsqueda, siempre, de nuevas formas de expresión y creación.

Seguiremos.