miércoles, 14 de diciembre de 2011
Finalistas, finalistas!
"Muerte de un ciudadano por encima de toda sospecha"
"Señora del mundo"
"Urbanicidio"
Damos la enhorabuena al ganador y a los finalistas, y pedimos disculpas por el retraso en el fallo. La razón del retraso no es otra que la de haber tenido que leer y cribar cerca de 700 manuscritos.
En Lengua de Trapo le dedicamos tiempo a cada manuscrito.
Un saludo a todos los que habéis participado en el Premio y os animamos sinceramente a seguir escribiendo.
martes, 13 de diciembre de 2011
FALLO DEL XVII PREMIO DE NOVELA LENGUA DE TRAPO
El jurado ha estado compuesto por Juan Angel Juristo, Javier Moreno, Ramón Pernas, Marta Sanz y Fernando Varela.
martes, 22 de noviembre de 2011
GUANTAZOS Y PRESENTACIONES EN MADRID
Jueves 24, 20:30
Autores vs. Lengua de Trapo.
Javier Azpeitia, J. A. Belmonte, Miguel Espigado, Salvador Galán, Javier Moreno y Jimina Sabadú se enfrentarán a los editores Fernando Varela y Jorge Lago en una mesa redonda en la que se permite todo menos el respeto. Guantazos poco metafóricos en un combate que no es a muerte, pero casi.
Viernes 25, 20:30
Presentación “Ensimismada corresondencia”
Pablo Gutiérrez, seleccionado por la revista Granta como uno de los mejores autores en castellano, presentará su nuevo libro acompañado de Peio H. Riaño (Público).
La Buena Vida es un café-librería situada en el 10 de la C/ Vergara, detrás del Teatro Real. El mes de noviembre está dedicado a Lengua de Trapo, y allí podréis encontrar una cuidada selección de nuestros títulos.
viernes, 11 de noviembre de 2011
MIGUEL ESPIGADO HABLA DE LA GIRA DE PRESENTACIONES DE "EL CIELO DE PEKÍN"
El ritual
Hubo un tiempo (adolescente) en que despreciaba cualquier clase de ceremonia pública. Bodas, funerales, graduaciones, aniversarios… todo me parecía parte de la necesidad adulta de complicar el mundo. ¿Qué sentido tenían aquellas exhibiciones, llenas de protocolos adquiridos, que en nada reflejaban la personalidad de sus protagonistas? Luego, con el tiempo, dejé (casi) atrás la adolescencia, y fui cogiéndole el gusto a las ceremonias. Comprendí que, a veces, vivimos procesos tan abstractos que resulta necesaria una escenificación para asimilarlos. Hasta los moradores de las cavernas, pienso ahora, contaban con sus rituales para significarse ante la tribu. Así que cuando me reuní con Fernando Varela en la sede de Lengua de Trapo, le dije: "me gustaría hacer muchas presentaciones". "Bueno, Miguel", me dijo Fernando, "haremos las presentaciones que tú quieras, aunque no tienen demasiada relevancia, pero ahí estaremos". “Además”, le dije, “estoy preparando un spoken word con guitarras que sampleo en directo, sintes, bases rítmicas…”.
Cualquier habitual del mundillo literario cuenta con alguna tormentosa experiencia ante un escritor al que le dio por ponerse lírico sobre un escenario. Ahora comprendo la tensa expectación de Jorge Lago, editor de LdT, antes del comienzo de la primera presentación, en La Fugitiva, Madrid; la misma con la que mis familiares y amigos observaban aquel lío de cables, pies de micro, atriles, pedaleras que me rodeaban. Muy probablemente, todos tenían la misma pregunta rondando sus cabezas. ¿Va coger la guitarra Espigado y a cavar con ella su propia tumba ante todos nosotros?
Por suerte, tanto en Madrid, como luego en Santander, Pamplona, Barcelona y Salamanca, a la gente le encantó. Gracias a Jorge Lago, a Alberto Santamaría, a Roberto Valencia, a Antonio J. Rodríguez, y Francisca Noguerol; gracias a la gente de la Fugitiva, de la Librería Gil, de Auzolan, de Cometa Cinc y del café Alcaraván; gracias a blogueros, periodistas, escritores, editores, lectores y demás asistentes, la puesta de largo de “El cielo de Pekín” se ha celebrado con éxito; ahora que la tribu le ha dado su bendición, es hora de que la novela salga ahí fuera, y luche sus propias batallas.
lunes, 31 de octubre de 2011
El fallo.
Pues de momento, nada de nada. ¿Y por qué? Pues porque hay muchísimos manuscritos y la criba nos está llevando más tiempo del esperado. Pero en tres o cuatro semanas tendremos finalistas y en nada, ganador.
Así que tranquilo todo el mundo. Se retrasa, pero sigue su curso. Sentimos la demora y las angustias que esteis pasando.
Nadie dijo que ser escritor fuera un camino de rosas.
jueves, 13 de octubre de 2011
"El cielo de Pekín" de Miguel Espigado
viernes, 7 de octubre de 2011
Jugar a La Noria
miércoles, 5 de octubre de 2011
Vampibus
En Lengua de Trapo, aparte del tema calcetines, tenemos algunas sugerencias para aprovechar estos últimos días de solazo.
"El Vampiro Argentino" de Juan Terranova (autor argentino que levanta pasiones allí y al quie pronto le pasará lo mismo aquí) es una novela policíaca en la que los nazis ganaron la II Guerra Mundial y en la que Buenos Aires es el destino predilecto de los miembros del Partido Nazi, asesinados de forma misteriosa.
No podrían ser dos novelas más diferentes, y sin embargo, se nos hacen ambas muy especiales. Y no solo porque tengamos el cuerpo tonto con tanto calor. Echadles un ojo, que os lo decimos en serio.
martes, 13 de septiembre de 2011
699 novelas candidatas al XVII Premio Lengua de Trapo de Novela
- el 93% de participantes lo hicieron por e-mail. La mayoría de certámenes literarios no admiten este modo de participación, pero en Lengua de Trapo ha demostrado ser un éxito (y un buen ahorro en papel).
- el 74% de los participantes son españoles. Los mexicanos significan el 10%. También han participado escritores desde países como Suiza, Alemania, Tailandia, Noruega o Israel.
- El título más corto tiene dos caracteres. El más largo, diecisiete palabras.
martes, 21 de junio de 2011
Impresiones de feria II
lunes, 13 de junio de 2011
Impresiones de feria
lunes, 9 de mayo de 2011
CARA B
La idea no es otra que la de tomarse en serio la música: como proceso creativo, estético y por tanto cultural pero, también, como reflejo de una época o de un proceso social, incluso de un momento político o histórico. Cada disco, y por supuesto cada enfoque de cada disco, reflejará más unos aspectos u otros, se centrará más en el proceso creativo o en el social, pero queremos que, leídos unos cuantos libros y, por tanto, recorridos unos cuantos discos, tengamos una buena visión –todo lo parcial que se quiera- de la historia cultural de este país.
Empezamos con Omega, el disco que unió a Enrique Morente y Lagartija Nick, escrito por Bruno Galindo (con la colaboración de Víctor Lenore), prologado por Santiago Auserón y cerrado por el texto inédito de Leonard Cohen “Los bisturís crecen con las rosas”; y continuamos con Una semana en el motor de un autobús, de Los Planetas, escrito por Nando Cruz, con prólogo de Julieta Venegas y epílogo de Julián Rodríguez.
Con Omega hemos querido reflejar, de entrada, el proceso colectivo que dio lugar a uno de los discos más potentes, oscuros y experimentales de la música española. Escrito en forma de historia oral, en el libro intervienen y dialogan más de cincuenta creadores, críticos, artistas, músicos, escritores: Enrique Morente, Leonard Cohen, Santiago Auserón, Kiko Veneno, Vicente Amigo, Aurora y Antonio Carbonell, Ian Gibson, Sr. Chinarro, Alfredo Grimaldos, Miguel Poveda... Entre todos se explora la historia de este disco, la personalidad creativa de Morente y de los Lagartija, así como su acercamiento al lado más oscuro y surrealista de Lorca, el encuentro con la poesía y la música de Leonard Cohen, o la alianza de Morente con el rock, que sirve de detonante y abre el flamenco a texturas desconocidas.
En Una semana en el motor de un autobús Nando Cruz, como ha escrito Xavier Cervantes en Rockdelux “le acaba de regalar al periodismo musical en castellano el primer libro que merece ser considerado clásico (…) Nando Cruz se ha metido de cabeza en el álbum de Los Planetas. Ha entrevistado a todo el que desempenó algún papel en él. Ha contrastado toda la información. Ha ajustado el foco únicamente a lo relevante. Y una vez con el material digerido y ordenando, ha tomado la decisión más valiente: desentrañar los porqués de una historia de amor, de toxicidad y sobre todo de amistad escribiendo un relato que cualquiera que no sepa quién son Los Planetas puede disfrutar como una novela de James Ellroy…”
Seguirán a estos dos libros más títulos, tantos como la colección, los lectores y los escritores de los libros aguanten. Pora ahora, están en preparación:
Lujo ibérico (Mala Rodríguez)
Honestidad brutal (Andrés Calamaro)
El estado de las cosas (Kortatu)
Cajas de música difíciles de parar (Nacho Vegas)
martes, 26 de abril de 2011
Rodrigo Fresán y Residuos.
Residuos no solo es una de las mejores novelas que Lengua de Trapo ha publicado, es una de las mejores novelas que muchos de nosotros hemos leído en los últimos años. Y no, no es una afirmación meramente promocional y gratuita, es, simplemente, cierto.
"Residuos –primera novela del inglés Tom McCarthy (1969)– comienza cuando un objeto caedor no identificado se desprende de las alturas y lastima gravemente al protagonista, produciéndole primero un coma profundo y después una rara amnesia, pero también haciéndolo beneficiario de una indemnización de ocho millones y medio de libras esterlinas. A cambio de semejante suma, la víctima ha acordado no revelar la identidad de los responsables, por lo que no sabemos qué fue lo que golpeó al hombre. Tampoco importa demasiado.
Y tiene su gracia que Residuos produzca, de algún modo, un efecto casi similar en el lector: una novela diferente, que nadie esperaba y aparece como caída del cielo, que no recuerda a ningún título reciente y que convierte a quien la lee en alguien mucho más rico de lo que era por el solo hecho de leerla y disfrutarla.
Conviene aclarar aquí –por las dudas– que el verbo disfrutar tiene muchos rostros y que Residuos no es una lectura “alegre”. Por lo contrario, la novela de McCarthy –al igual que aquella otra ignorada obra maestra de Jim Crace, traducida torpemente como Y amanece la muerte y que pasara completamente inadvertida por el lector en español– es uno de esos libros que exigen cierto compromiso de parte del lector. Compromiso que será ampliamente recompensado.
McCarthy –autor también del muy recomendable y original ensayo Tintín y el secreto de la literatura (Editorial El Tercer Nombre, 2007) y quien alguna vez se desempeñó en el cargo de secretario general de algo llamado la International Necronautical Society– presenta a su literalmente quijotesco héroe sin nombre y, súbitamente sin pasado, en una situación para muchos envidiable pero que enseguida demuestra tener sus riesgos: contar con el tiempo y los medios necesarios –luego de un epifánico y encandilador déjà vu durante una fiesta en la que contempla una grieta en la pared– para reconstruirse un ayer a medida mediante variadas y cada vez más ominosas escenificaciones. Para ello esta especie de flamante terrícola extraterrestre, con la constante y sumisa ayuda de Naz, un londinense de ascendencia india (gran personaje), adquiere edificios en Brixton y cerca de Heathrow donde escenificar diversas performances que lo acerquen –o lo alejen para siempre– a lo que fue o pudo haber sido o hubiera estado bien que fuera. Pronto, el protagonista –cada vez más adicto al control absoluto de todas las cosas– le reprocha al sol su pésima actuación.
Y la astucia –por qué no decir el genio– de McCarthy reside en contar todo esto dentro de algo que podría definirse como una novela-performance y que si bien por momentos despide destellos cromados de J. G. Ballard, arroja relámpagos psicóticos de Philip K. Dick, proyecta las obsesiones de las primeras películas de Christopher Nolan (Following y Memento) y destila la obsesión por el detalle nimio pero crucial de Nicholson Baker, resulta en un producto final que es inequívocamente Tom McCarthy. Lo legítimo y lo fraudulento, la duplicación y lo verdadero, lo auténtico y lo falsificable –aunque la maniobra esté a cargo del propio autor– como una de las Bellas Artes y motor de la acción. Y así lo prueba y lo comprobamos en una reciente, aunque escrita antes que Residuos, segunda novela de McCarthy, Men in Space –una pynchoniana reescritura del Sarrazine de Balzac con La oreja rota de Hergé transcurriendo en una Praga de fin de milenio donde se roba y se clona una obra de arte religioso– que ojalá traduzca pronto Lengua de Trapo, a la que hay que felicitar por presentar a este autor que sacude un poco el establecido paisaje del llamado Dream Team y alrededores.
Que ninguna editorial “de las grandes” haya reparado en McCarthy es incomprensible pero no novedoso: lo mismo le ocurrió a McCarthy en su patria. Residuos fue considerada “demasiado literaria” por los publishers de su país; finalmente fue editada en Francia por Metronome Press, una casa dedicada a los libros de arte en idioma inglés, tuvo un saludable éxito de culto y de allí, claro, salto a USA y regreso a UK (ingresando sorpresivamente en las listas de bestsellers) donde críticos y colegas –entre ellos el especialista en desórdenes mentales Jonathan Lethem y ese otro “raro” que es Rupert Thomson, por fin publicado entre nosotros por Mondadori– elogiaron su mezcla de thriller existencial, tractat filosófico sobre el consumismo y ensayo sobre el ser y el no ser más cerca de Godot que de Hamlet. Así, Residuos como una criatura que opta por ciertos tics de la noveau roman pero ninguna de sus taras y que, en otro orden de cosas, degrada al cada vez más obvio y predecible anarco-nihilista Chuck Palahniuk a la infantil categoría de esos malos alumnos en los fondos del aula que al principio divierten y demasiado pronto agotan.
En términos globales, estéticos y estilísticos –próxima a ser una película que esperemos esté a su vertiginosa altura, útil de enarbolar como insignia a la hora de distinguir entre lo que es una propuesta rompedora y lo que es, apenas, algo que se rompe en su fragilidad cuando se discute una renovación en las letras–, Residuos vuelve a demostrar algo que es ciencia sólida pero que pocos reconocen, prefiriendo la seducción de ciertas efímeras supersticiones: pocas cosas más transgresoras hay que una ejecución elegante al servicio de una trama original narrada con prosa virtuosa. En Residuos, la vanguardia marcha a la retaguardia de una buena historia y un mejor personaje y está bien que así sea. William Burroughs alguna vez afirmó, con cierto sarcasmo, que “se le dice a una novela experimental cuando el experimento salió mal”. McCarthy –por suerte para nosotros– firma algo que es nada más y nada menos que una gran novela sin necesidad de adjetivos que la califiquen y la malogren en un pobre laboratorio donde no se descubre nada.
En términos estrictamente personales, íntimos, pero ya no privados, cómo me hubiera gustado escribir este libro."
Rodrigo Fresán, Letras Libres, marzo de 2008.
http://www.letraslibres.com/index.php?art=12793
lunes, 11 de abril de 2011
ROSAS TRES AÑOS DESPUÉS, por Pablo Gutiérrez.
Rosas, restos de alas son cien páginas de viaje, memoria y brecha.
Cien escritas en el filo, pensando en no terminar ninguna, casi convencido de que nadie, quiero decir,
NADIE
iba a leer ni siquiera hasta la nueve.
Luego vinieron otras páginas y otros personajes, metido en los zapatos de un optimista con viento a favor. Se escribe mejor, mucho mejor y más caliente cuando sabes que habrá un lector al final del proceso. Así fue Nada es crucial, con dudas e inseguridades pero sin la misma desolación que en Rosas. Cobijo.
No hay que ser llorica cuando se escribe, ya. Hace unos días tuve la suerte de sentarme junto al Quince por Quince Rafael Reig, que decía algo así como “si vas a escribir sobre la novia que te dejó, mejor no escribas.”
De acuerdo.
Muy de acuerdo.
partir de ahí no le encaja la camisa y decide
meter todas sus cosas en el coche,
dejar el trabajo,
cruzar una frontera próxima,
surfear el Atlántico bravo,
leer a Goytisolo.
Reig, perdóname, tú narras como nadie y enlazas y arremetes y zumbas al Enemigo, me hiciste reír y cabrear en la justa medida con tu Todo está perdonado, tan oración atributiva y maximalista que encaja en el reverso de Nada es crucial; perdóname, pero yo también escribo sobre uno al que lo dejó la novia, fíjate qué simpleza. Como tengo algo de sofista, se me ocurre una linda teoría acerca del valor existencial de ese testimonio, el malestar –ejem- de la cultura y la espiral del malentendido según el antipsiquiatra Ronald Laing, blablá.
Pero no. No justifico. Fundamentalmente, Rosas es un desamor.
No es novela social.
No es novela de codo ni reflexión.
Es palabra y mucha lírica, sí.
Lírica y tono.
Y también surf.
Surf espiritual.
Y a lo mejor resulta que sí es novela social porque vuelven los descampados, los ochenta severos en incluso los filis, que son como neocristianos en boceto.
Hay adolescentes, hay bronca, hay escapismo.
No quiero ser grandilocuente, pero lo cierto es que escribí Rosas, restos de alas casi convencido de que no escribiría nada más. Y escribí por decantación, además, en papel secante que absorbiera y miniaturizara una novela fallida anterior y muchas ideas y proyectos huérfanos. Después sucedió que acudieron los lectores, mágicamente. Y todo lo demás.
Y a partir de ese momento ya no importaba si surf o novias reticentes o chavales perdidos. Rosas ya no me pertenecía, fluía como las izquierdas en el Cabo de San Vicente, lentas y ordenadas como líneas de tipógrafo, rompiendo palmo a palmo sobre el arrecife.
Ahora Lengua de Trapo la reedita, y yo le lavo la cara, enderezo algún estropicio y relleno lo que le falta con otros cuentos y experimentos. Va.
PABLO GUTIÉRREZ
martes, 5 de abril de 2011
ALMA, RESTOS DE ALAS por Javier Moreno
1.- Todas las almas valen lo mismo, la del autor y la de los personajes.
2.- Lo minúsculo se equipara con lo trascendente. De hecho lo minúsculo es ascendido a la categoría de trascendente.
Por otra parte, está la pregunta de si merece la pena seguir escribiendo ficción en un mundo que vive instalado en ella. Se ha hablado mucho sobre el tema y esta novela -qué esperaban- no es una respuesta definitiva, sino otra manera de reformular la pregunta.
Y, nunca insistiré lo suficiente, no, no soy el director de El País.
JAVIER MORENO.
lunes, 4 de abril de 2011
Leche, cacao, avellanas... ¿y qué?
martes, 22 de marzo de 2011
¿Se puede pensar más allá del tsunami?
lunes, 14 de marzo de 2011
NUEVOS...
Quince títulos que, claro, no hacen sombra a lo nuevo, a lo que la nueva Lengua ha sacado este año: Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez, que va por su segunda edición y ha tenido más premios de los que caben en un post (Ojo crítico, seleccionado en Granta, ahora finalista del Premio Ribera del Duero –¡a ver si gana!), Roberto Valencia, con Sonría a cámara, libro de relatos bien pensados, que ya no hay suplemento cultural o blog que se precie que no lo saque y lo ponga de magnífico para arriba… Nuestro Premio de este año, Celacanto, de Jimina Sabadú, maravillosa novela que huele a campamento de verano, crema nivea e infancia, la nuestra. Y más, claro: Ojos cortados, de Óscar Calavia, alta literatura de esa que no se deja resumir en dos líneas, pero es de lectura obligada; De la Habana un barco, de Hotel Posmoderno, único libro del catálogo, y probablemente del mercado, con autor colectivo, tráiler en youtube y trama bizarra que mezcla la pérdida de Cuba con Eduardo Punset, por ejemplo.
Y, para otro post, que este se hace largo, la literatura extranjera y los ensayos, que hemos seleccionado y traducido con mimo. Además de alguna nueva colección que dará que hablar. Y mucho.
Lo dicho: nueva Lengua de Trapo, nuevos títulos que marcan la línea editorial del nuevo equipo y nueva colección, quinceporquince, que reconoce lo hecho, mira atrás con criterio y recoge el legado de una editorial independiente, comprometida con la calidad literaria, cierto inconformismo y en búsqueda, siempre, de nuevas formas de expresión y creación.
Seguiremos.